“Todas las cosas de nuestro entorno […], tienen potencial de activar, aunque sea sutilmente, cadenas de pensamiento y reacciones que regirán nuestro comportamiento (a menos que tengamos conciencia plena al respecto)”.
El cerebro está diseñado por la selección natural, esto es, lo que ve y procesa lo controla, y es controlado, para la supervivencia. A través del desapego a dicha función automática, se desarrolla una visión más clara de la realidad, más conciencia, por ende, un mayor entendimiento y una mejor percepción, que lleva finalmente, a una mayor libertad. (La pregunta aquí sería, y ello daría pie a otro artículo, ¿por qué este proceso no se da naturalmente, sino que ha de ser desarrollado?).
Si se desarrolla una manera de ver el mundo más abierta, más consciente, obtendremos los beneficios de necesitar menos tiempo para reaccionar y de disponer más tiempo para observar. Así entenderemos más de la causalidad – establecer una relación entre causas y efectos.
¿Algo de mí es permanente?
Al ser más conscientes, nos damos cuenta de la impermanencia de las cosas, tenemos una mejor percepción de las causas que nos afectan y que nos pudieren manipular, y de los sentimientos/anhelos surgidos de las mismas. Estas, llamémosles, cadenas de unión, pueden ser “aflojadas” o “rotas”, gracias a la atención plena.
Siendo más conscientes de esta mecánica, del porqué de ciertas percepciones, pensamientos, comportamientos, etcétera., obtendremos a cambio, más liberación. Sin ser esclavos de juicios o sentimientos, sino, estando cerca de ellos, sin perdernos en ellos, poniendo atención a como son realmente; utilizando mejor nuestras facultades, bajo dicho análisis de más claridad. Esto no significa una desconexión con la realidad, significa todo lo contrario, una mayor conciencia de la misma.
Ver la verdad
El psicólogo William James decía que: la religión es la creencia de que existe un orden invisible, y que nuestro bien supremo, radica en ajustarnos a él de forma armoniosa.
Esto tiene mucho que ver con, diferenciar entre llegar intelectualmente a una conclusión, y comprender o aprender, directa y experiencialmente una verdad.
La meditación podría decir mucho aquí pues ayuda a no ver las cosas desde una percepción individualista, y quizás, incluso, desde ninguna posición concreta; o quizás, desde una posición de verdad, lo que es igual a:
Verdad = felicidad + entendimiento
La meditación aporta más claridad de percepción, lo que nos permite actuar deliberadamente de acuerdo a la verdad, lo cual, aportando congruencia, conlleva más felicidad para nosotros, y por extensión, a nuestros semejantes.
No obstante, esto mismo implica un esfuerzo constante y una internalización, una gestión del proceso de las emociones, situaciones, y su entendimiento ecuánime –imparcialidad de juicio. Algo nada fácil. La recompensa, sin embargo, no es poca: más belleza, más paz, más compasión, y más coraje. Vacío, y a la vez, plenitud. Jesús de Nazaret decía: Estrecha es la senda…
Percibir el mundo con más claridad
Tal vez así, con más honestidad y verdad, no sólo podremos disfrutar de una mayor libertad, sino también de una percepción más directa y continua de las maravillas del mundo. Y todo esto al retornar a dicho estado de conciencia, afín al universo, no inmerso en operar absolutamente en torno a un yo.
Viviendo en un mundo con su dolor y amor, donde, a medida que vamos siendo más conscientes de dicha confluencia, se convierte en algo más hermoso; podría ser un orden más complejo que lo que nuestro entendimiento actual nos permite intuir. No sólo lo que se ve con ojos humanos es todo lo que existe; y no sólo lo que los seres humanos entienden hasta ahora es todo lo que se puede entender.
Mediante la introspección, la meditación, la espiritualidad y el desarrollo personal, podemos disfrutar aún más de nuestro periodo aquí, de esta dichosa oportunidad de disponer de una conciencia radiante, sin límites.
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